Salvo trastornos importantes, los bebés nacen con la capacidad lingüística de escuchar y aprender una lengua (o varias), y sabemos que su estructura cerebral está más preparada para reconocer determinados patrones, como la repetición de sílabas.
Pues su cerebro también está preparado para recibir ese modo de hablar de forma preferente, es decir, dichos estímulos llegan mejor al bebé que si le habláramos de modo normal como a un adulto.
De hecho, ¿no os habéis fijado con los niños de vuestro alrededor? Su reacción es totalmente distinta, si le hablamos como a un adulto lo más normal es que nos mire con cara de extrañeza y casi como si no nos oyera. En cambio, si hacemos todas esas cabriolas lingüísticas y gestuales para dirigirnos a ellos como un bebé, su respuesta es inmediata, con risas, balbuceos, movimientos... Es porque les gusta.
Pero esta observación personal está respaldada por numerosos estudios, como el realizado por Thiessen, un importante investigador del habla infantil y sus mecanismos de adquisición. Distintos estudios concluyen que entre los bebes que han escuchado conversaciones con un tono normal y conversaciones con el tono típico, éstos reconocían antes las palabras mencionadas con ese lenguaje infantil característico.
Es decir, que hablarles como a bebés potencia su aprendizaje lingüístico. Por eso, dispuestos ante distintas conversaciones (tipo adulto y tipo bebé) mostraban clara preferencia por el habla específica dirigida a los pequeños. ¡Qué sabia es la naturaleza! ¿Imagináis a nuestros antepasados remotos "hablándoles" así a sus bebés?
Salvo trastornos importantes, los bebés nacen con la capacidad lingüística de escuchar y aprender una lengua (o varias), y sabemos que su estructura cerebral está más preparada para reconocer determinados patrones, como la repetición de sílabas.
Pues su cerebro también está preparado para recibir ese modo de hablar de forma preferente, es decir, dichos estímulos llegan mejor al bebé que si le habláramos de modo normal como a un adulto.
De hecho, ¿no os habéis fijado con los niños de vuestro alrededor? Su reacción es totalmente distinta, si le hablamos como a un adulto lo más normal es que nos mire con cara de extrañeza y casi como si no nos oyera. En cambio, si hacemos todas esas cabriolas lingüísticas y gestuales para dirigirnos a ellos como un bebé, su respuesta es inmediata, con risas, balbuceos, movimientos... Es porque les gusta.
Pero esta observación personal está respaldada por numerosos estudios, como el realizado por Thiessen, un importante investigador del habla infantil y sus mecanismos de adquisición. Distintos estudios concluyen que entre los bebes que han escuchado conversaciones con un tono normal y conversaciones con el tono típico, éstos reconocían antes las palabras mencionadas con ese lenguaje infantil característico.
Es decir, que hablarles como a bebés potencia su aprendizaje lingüístico. Por eso, dispuestos ante distintas conversaciones (tipo adulto y tipo bebé) mostraban clara preferencia por el habla específica dirigida a los pequeños. ¡Qué sabia es la naturaleza! ¿Imagináis a nuestros antepasados remotos "hablándoles" así a sus bebés?
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