Cuando un bebé se niega a mamar o a comer, en primer lugar se debe comprobar con el pediatra que no sufra ningún trastorno digestivo ni enfermedad orgánica. Si ese no es el caso y el bebé sigue negándose a comer, y si no gana o gana muy poco peso con el paso de las semanas, puede que se trate de una anorexia de origen psicológico. Se trata de un problema poco frecuente pdero que se debe tomar en serio; no suele manifestarse antes del segundo semestre de vida. El bebé se niega a tragar o, incluso a abrir la boca y a separar los labios, vomita los alimentos más o menos masticados, se agita y llora. La ansiedad de los padres, que intenta entonces obligarlo a comer por fuerzas, sólo sirve para empeorar las cosas. Para romper el circulo vicioso, el pediatra ayudará a los padres a valorar la cantidad de alimento que el niño realmente precisa y a confiar en su capacidad de adaptación.
Al margen de algunos casos excepcionales de anorexia grave se necesitan la ayuda de un psicoterapeuta, los lactantes anoréxicos no son menos despiertos y precoces, aunque sean menudos. Crecen despacio pero se desarrollan a su ritmo. Así pues, su salud no siempre es preocupante.
Cuando un bebé se niega a mamar o a comer, en primer lugar se debe comprobar con el pediatra que no sufra ningún trastorno digestivo ni enfermedad orgánica. Si ese no es el caso y el bebé sigue negándose a comer, y si no gana o gana muy poco peso con el paso de las semanas, puede que se trate de una anorexia de origen psicológico. Se trata de un problema poco frecuente pdero que se debe tomar en serio; no suele manifestarse antes del segundo semestre de vida. El bebé se niega a tragar o, incluso a abrir la boca y a separar los labios, vomita los alimentos más o menos masticados, se agita y llora. La ansiedad de los padres, que intenta entonces obligarlo a comer por fuerzas, sólo sirve para empeorar las cosas. Para romper el circulo vicioso, el pediatra ayudará a los padres a valorar la cantidad de alimento que el niño realmente precisa y a confiar en su capacidad de adaptación.
Al margen de algunos casos excepcionales de anorexia grave se necesitan la ayuda de un psicoterapeuta, los lactantes anoréxicos no son menos despiertos y precoces, aunque sean menudos. Crecen despacio pero se desarrollan a su ritmo. Así pues, su salud no siempre es preocupante.
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