Cuando los bebés prematuros son llevados a casa por sus padres, su comportamiento no es igual a la de un bebé nacido a término.
Al niño pretérmino le queda crecimiento por recuperar y es posible que: no muestre signos claros de que tiene hambre o está cansado; que este todavía débil y sea difícil alimentarlo; que pase todo el día durmiendo o llorando.
Según pasen las semanas y los meses el bebé prematuro irá desarrollando su sistema nervioso y sus respuestas se harán más predecibles. Sin embargo tienes que tener en cuenta algunos aspectos:
Movimientos. Los bebés prematuros no tienen movimientos coordinados. Sus reacciones serán con movimientos bruscos o sobresaltados porque se está adaptando al cambio. Puede que los brazos y las piernas las ponga rígidas de un momento a otro o que los encoja. Estas acciones reflejas desaparecerán con el tiempo.
Respiración. Las pautas de respiración y color de piel de los niños pretérmino pueden sufrir cambios bruscos sin avisar. Se puede saber si no tiene una respiración normal al verificar si sus respiros por minuto no son normales o tiene alguna dificultad para hacerlo.
Sueño. El niño pasará la mayor parte del tiempo dormido. Puede que duerma alrededor de 15 a 22 horas diarias. Los prematuros alternan sus largos períodos de sueño con cortos intervalos despiertos. Hay que acostumbrar al niño poco a poco a su nuevo ambiente, la casa. Es recomendable no interrumpir su sueño, sin embargo se le puede hablar en voz baja y suave si está despierto. Dentro de los 6 a 8 meses se puede esperar que duerma toda la noche.
Llanto. El patrón de llanto en los recién nacidos prematuros es muy similar al de los recién nacidos de término. Los bebés pretérmino tienen una duración promedio de 60 minutos hasta de 83 minutos de llanto en la sexta semana de vida, seguido de una disminución a 34 minutos diarios a las 12 semanas de edad, permaneciendo bajo 30 minutos en el futuro y concentrando su llanto por las tardes. Con el tiempo el propio niño aprende a calmarse.
Irene Benlloch
Graduada en Comunicación Audiovisual por la Universitat de València y Máster en Guión por la Universidad de Salamanca, colaboro como redactora en elembarazo.net desde 2015 y me considero una profesional muy curiosa y versátil. Ahora me dedico a contar todo lo que aprendo acerca de la maternidad, desde el inicio del embarazo hasta la bienvenida del recién nacido.
Cuando los bebés prematuros son llevados a casa por sus padres, su comportamiento no es igual a la de un bebé nacido a término.
Al niño pretérmino le queda crecimiento por recuperar y es posible que: no muestre signos claros de que tiene hambre o está cansado; que este todavía débil y sea difícil alimentarlo; que pase todo el día durmiendo o llorando.
Según pasen las semanas y los meses el bebé prematuro irá desarrollando su sistema nervioso y sus respuestas se harán más predecibles. Sin embargo tienes que tener en cuenta algunos aspectos:
Movimientos. Los bebés prematuros no tienen movimientos coordinados. Sus reacciones serán con movimientos bruscos o sobresaltados porque se está adaptando al cambio. Puede que los brazos y las piernas las ponga rígidas de un momento a otro o que los encoja. Estas acciones reflejas desaparecerán con el tiempo.
Respiración. Las pautas de respiración y color de piel de los niños pretérmino pueden sufrir cambios bruscos sin avisar. Se puede saber si no tiene una respiración normal al verificar si sus respiros por minuto no son normales o tiene alguna dificultad para hacerlo.
Sueño. El niño pasará la mayor parte del tiempo dormido. Puede que duerma alrededor de 15 a 22 horas diarias. Los prematuros alternan sus largos períodos de sueño con cortos intervalos despiertos. Hay que acostumbrar al niño poco a poco a su nuevo ambiente, la casa. Es recomendable no interrumpir su sueño, sin embargo se le puede hablar en voz baja y suave si está despierto. Dentro de los 6 a 8 meses se puede esperar que duerma toda la noche.
Llanto. El patrón de llanto en los recién nacidos prematuros es muy similar al de los recién nacidos de término. Los bebés pretérmino tienen una duración promedio de 60 minutos hasta de 83 minutos de llanto en la sexta semana de vida, seguido de una disminución a 34 minutos diarios a las 12 semanas de edad, permaneciendo bajo 30 minutos en el futuro y concentrando su llanto por las tardes. Con el tiempo el propio niño aprende a calmarse.
